martes, 21 de enero de 2014

1900. Monte Veritá



Año 1900. Agobiados del consumismo y la globalización -como declararon (¿?!!!)- cinco centroeuropeos cogieron el tren, cruzaron los alpes y llegaron allí, a ese montículo sobre el Laco Maggiore, que tras el ritual de la primera noche fue bautizado Monte Veritá.  Unos pocos años después muchos pasaron por ese lugar: Lenin, Hesse, Otto Gross... De hecho, Siddhartha se baso en una experiencia que Hesse tuvo en este rincón.

Una vez más, la historia no se repite, pero rima (M. Twain). Existe un buen documental (emitido en canal Arte) de Henry Colomerm sobre este tema.

Completo esto con una posible referencia  primigenia a estos reaccionarios. Me contó mi padre que los griegos que buscaban un rincón tranquilo en el mediterráneo, donde no hubieran llegado aun los modelos de polis modernas (mayormente jonias), viajaban preguntando si sabían lo que era un remo. Allá donde recibían una respuesta negativa se quedaban. Arcadia parece que era uno de esos lugares.
Las fotos son todas de ese lugar: Monte Veritá.



jueves, 16 de enero de 2014

Κάποτε δεν είναι παρά μια λάμψη πίσω απ' τα βουνά...



Κάποτε δεν είναι παρά μια λάμψη πίσω απ' τα βουνά
-κει κατά το μέρος του πελάγου. Κάποτε πάλι ένας αέρας δυνατός
που άξαφνα σταματάει όξω απ' τα λιμάνια. Κι όσοι νογούν, το μάτι
τους βουρκώνει

A veces no es más que un reflejo tras las montañas
-allí del lado del océano-. Otras veces un fuerte viento
que de pronto se detiene afuera de los puertos. Y aquellos que lo entienden,
sus ojos se humedecen.


El pequeño nautilo.Odisseas Elytis


Uno se arrepiente de no haber leído apenas libros de aventuras cuando era pequeño. Páginas de historia pura y dura si, a miles, pues contaban hechos, tras comprobar en la enciclopedia de turno que los sabios confiaban casi ciegamente en Herodoto y Tucicides. Siempre desprecié estas novelas de episodios ficticios y forzados tipo "La isla del tesoro", "El libro de la selva" o los motines del barco tal y cual. El tipo de literatura que ahora busco sin cesar. Me siento pues en ese banco contrapicado de la infancia, el de los comics. De aventuras.

Jack London en Corea
Leyendo “La juventud” de Corto Maltés me topé con Jack London como personaje en la guerra ruso-japonesa. Donde estuvo de veras. Vi la literatura de aventuras como mitología de nuestra época. Ambigua. Indispensable. 





                                     


Me centré así en J. London y apareció esta novela gráfica:

Tras 4-5 páginas, pare de leer. Sentí como esa sensación del primer cigarro y leí la novela original. Después volví al cómic.
En una de las viñetas, el acojonante capitán Loup Larsenn asombra al protagonista (un naufrago recogido) recitando unos versos del Rubaiyat de Omar Khayyam. Algo asi: 

¡Bebedor, urna inmensa! Ignoro quién te modeló; sólo sé que puedes contener tres medidas de vino y que mañana te romperá la muerte. 
Entonces me preguntaré, con mayor afán, para qué fuiste creado, por qué fuiste dichoso y hoy no eres ya sino un puñado de polvo.


Ya que estamos, yo añadiría, de la misma obra:

Si locura no fuese, cual la araña en su nido
cuidarías la tela de tu vida presente:
¿Y a qué, si nadie sabe si el aliento absorbido
puede volver al aire de donde fue bebido?


Y recuerdo que un día mi paso se detuvo
por ver un alfarero que batía su barro:
Y el barro en frase tímida su frenesí contuvo:                
«¡Suave, hermano, mi forma también tu forma tuvo!»


Cuando hayamos cruzado tú y yo el negro velo,
¡Oh! el mundo impasible continuará su ronda;
nuestra venida y vuelta le darán tal recelo
como al mar si le arrojas un guijarro del suelo.



En cuanto a la veracidad de los hechos en las aventuras. En este momento no me interesan. Me viene al pelo el final de un cortísimo capitulo del comic kafkia-orwelliano de Jose Carlos Fernandes "La peor banda del mundo", donde uno de sus personajes confiesa: 


 -Los mentirosos son los únicos individuos sinceros. Aquello que ellos omiten, incluyen o modifican termina por revelar sus más íntimos sueños y deseos.