jueves, 23 de junio de 2011

La controvertida conjugación

A day in the life in Granada, just a little bit more special...

Yes, we camp! nos dijimos a nosotros mismos. Por fortuna, allí hay gente que estaba esperando esto desde hace años, o incluso décadas. Gente que necesitaba probarse a sí mismo que era capaz de hacer pleno uso de su libertad y que, al lanzar un grito o su zapato al aire, seriamos capaces de responder al menos con una sonrisa. Responder, al menos. Gente que hace que esto sea –aun si cabe- más legitimo. Oportunistas emocionales, el resto: europeos, erasmus del XXI, castellanos, vándalos, nazaríes, ciudadanos todos de esta ciudad que, desde la quema de libros en Bib-Rambla en 1499 miramos en las plazas como el mundo, cada vez más apretado, trata de demostrar más atención a cada uno de sus bordados.

El mundo no existe pues. Olvídenlo, es solo un buen soporte. No lo vuelvan a usar en sus frases con sello de urgente, a excepción de geólogos, claro. Por otra parte, si hasta una plaza hace evidente la necesidad del díscolo sufijo -kratia ¿que nos queda, si no resignarnos a la problemática de la inevitable imperfección de cualquier sistema de gobierno posible?. No creo que los suizos sean más felices que los granadinos aunque vivan 1.4 años más que nosotros.

Bien, y es ahora cuando un mensaje o una idea tiene que dejarse existir. En las próximas palabras de estos párrafos se ha de crear un punto de inflexión y decidir si todo este texto es eso, de aceptación –o también llamada resignación, depende de si el que escribe puede pagarse el alquiler o no-;  o de inconformismo y proclama de que todo esto no es “normal”, no debería serlo (es curioso que al verbo deber se le entienda tal cual en tiempo condicional).

Quiero construir una torre de argumentos que haga al rico menos rico y al pobre menos pobre y que todos trabajen lo mismo de mucho o de poco. Y tengo que hacerlo usando solo verbos libres de cualquier tipo de subjetividad, verbos primarios (despertar, desplazarse, reír, descansar, dormir, etc.). Y no puedo. Puedo soñar y tratar de aproximarme a ello durante toda mi vida, un camino de los de verdad, y perecer orgulloso de haberlo intentado, como los troncos y el cielo, promesa y espera. Y eso si me vale.

Las cosas siempre pueden mejorar, cambiar. Siguiendo frente a los parlamentos como lluvia de costado, molestándoles, advirtiéndoles y de alguna manera, amenazándoles obtendremos algo a cambio, como mínimo un trozo de moral publicable a nuestros hijos, un alimento para la vanidad sana.


Tema: A day in the life -Beatles, version de G. Green.

 

No hay comentarios: